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El sector turístico no puede o no debe desvincularse del hostelero ya que una parte muy importante de los ingresos de este país en materia de hostelería viene determinada por los niveles de “visitantes” que tengamos, tanto a nivel internacional como nacional, lo que se conoce como “turismo doméstico”.

Poniendo la vista unos cuantos años atrás debemos decir que el primer gran paso que se dio para impulsar este sector, fue la apertura de las fronteras durante la dictadura, lo que permitió que España, gracias a su clima, empezara a recibir la visita de nuestros compatriotas europeos procedentes de países más fríos. El sol y playa empezó a gestarse como la oferta propia de nuestro país si bien bastante propiciada por el bloqueo mercantil en el que estábamos sumidos gracias al régimen que gobernaba. Para hacerlo más gráfico, salvando las distancias, vivíamos una situación parecida a la actual Cuba.

Con el “sol y playa” como eslogan de nuestra oferta turística para reclamo de visitantes, la mítica visita de Eisenhower en 1959, los informes del Banco Mundial, la imposición de precios bajos y fijos y la citada apertura de fronteras, empezamos a recibir más turistas de los que se esperaban, en conclusión, mucha más demanda de la que nuestras infraestructuras podían acoger. Viendo el éxito de la medida tomada empiezan los desarrollos urbanísticos sin control de ningún tipo y el éxodo a las zonas costeras con la llegada de los periodos estivales.

Es aquí, por lo tanto, cuando se produce la primera gran oleada de intrusismo profesional en este campo. La búsqueda de niveles de ingresos más altos gracias a clientes internacionales con mayor poder adquisitivo, hace que gran parte de la población abandone las zonas rurales y empiecen a trabajar en las empresas relacionadas con esta actividad. Aquellos que emigraron también ven en este nuevo mercado emergente una posibilidad real de volver a casa gracias a los idiomas. La formación en el sector es muy escasa y aunque el servicio y la atención no estaban a un nivel para nada atractivo, los paisajes, lo asequible de la oferta y una demanda cada vez más creciente empujan el desarrollo de ciudades costeras, como pueden ser Benidorm, Torremolinos, Marbella, etc…

La figura más importante de este periodo de transición es sin duda D. Manuel Fraga quien fuera el segundo Ministro de Información y Turismo (1962-1969) y quien acuñó la frase “todo por el turismo”. Además Fraga tuvo una incesante actividad legislativa creando entre otras, Ley de Competencias (1963) Estatuto Ordenador de empresas y actividades turísticas (1965) Estatuto de directores (1967) Seguro turístico (1964) Ordenación de hoteles (1968) Ordenación de apartamentos turísticos (1967) Ordenación de competencias de turismo (1966) Ordenación de ciudades de vacaciones (1968) Ordenación de restaurantes (1965) Ordenación de cafeterías (1965) Ordenación de agencias de viajes (1962) Ley de zonas y centros de interés turístico (1963) Actividades de informadores turísticos (1964) Denominaciones geoturísticas (1964), así como multitud de organismos para controlar y promover dichas leyes.

Con la transición y el cambio de ideología política en el país llegan la anexión a la OTAN y más recientemente a la UE, ambas acciones alineadas en el intento de pertenecer a coaliciones económicamente fuertes.

Durante todo ese tiempo ya la actividad Hostelería Turismo va a marcar números históricos, y las empresas extranjeras ven en España un buen lugar donde ubicar sus marcas, ya sean empresas hoteleras, de restauración y por extensión otras muchas de distinta naturaleza.

Desde entonces España siempre se ha situado dentro del top 3 en países más visitados junto con EE.UU y Francia, lo que ratifica la buena salud del sector aun cuando la crisis se ha convertido en un freno económico a todos los niveles.

Así quedan resumidos más de 60 años de historia a nivel turístico en nuestro país, si quieres hacer un aporte no dudes en dejar un comentario.

Ángel M. Calero

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